miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cuerpos de Cine (II). Imitación a la diva

Kim Basinger se convirtió en un icono erótico tras el estreno de 9 semanas y media. Sus curvas, su larga melena rubia y sus carnosos labios fueron objeto de deseo de los jóvenes, y no tan jóvenes, ochenteros. Una década después de su fulgurante ascenso al imaginativo popular, su carrera se tambaleaba tras una serie de fracasos en taquilla que nunca igualaron a la anterior cinta de Adrian Lyne o al primer Batman de Tim Burton. Agotada la explosividad de su juventud, Basinger se encontraba en plena etapa de madurez deambulando de un proyecto a otro sin rumbo, sin embargo, en 1997 le llegó la oportunidad de resarcirse y demostrar que era algo más que un cuerpo visionado hasta la saciedad en los Rewinds del VHS. 

Hasta ese momento la carrera de Curtis Hanson tampoco había generado nada especialmente atractivo dedicándose a thrillers de consumo rápido. No obstante, algo se guardaba cuando firmó el guión adaptado de  una novela de James Elrroy, y dirigió con maestría a un magnífico reparto que mezclaba valores emergentes, Rusell Crowe o Guy Pearce, con otros consagrados como Kevin Spacey o James Cromwell, entre otros.

L.A. Confidential nos sumerge en el siempre vilipendiado Departamento de polícia de Los Angeles. En los bajos fondos de la ciudad del lujo y del glamour nada es lo que parece, ni los violentos agentes con corazón frágil, ni los detectives con ambiciones sin límites, ni los policias estrellas de la televisión, ni los capitanes, corruptos, periodistas entrometidos, mentirosos, chantajistas, actores que ejercen la prostitución ni las prostitutas que se travisten de actrices. Todos tienen algo que esconder y algo por lo que morir.

Con todos estos ingredientes, Hanson nos devuelve en los albores del siglo XXI el aroma de los grandes clásicos del cine negro de los años 30 y 40. Recupera el sabor criminal, intrigas y suciedad en la urbe del espectáculo en Technicolor. Regresamos a una alegoría del blanco y negro en una película en color, y nos recuerda a todos aquellos personajes malditos (o más bien benditos) que tras su gabán y sombrero de ala ancha escondían un punto sórdido, de amargura, cinismo y crueldad pero con los que siempre nos identificamos porque siempre llevamos algo de ellos con nosotros.

De toda esta amalgama de personajes indecentes siempre surgía la dama en apuros, en este caso, una de esas fulanas que imita a las estrellas del celuloide para sastisfacer las fantasías sexuales de las más lasciva clientela angelina, papel reservado a Kim Basinger.


En su mejor caracterización para la gran pantalla la actriz sureña recrea, o más bien, se mimetiza con la diva Verónica Lake. Verónica Lake fue una gran estrella del cine de los años 30 y 40. Sus películas junto a Alan Ladd, su escualida silueta, su larga cabellera y sobre todo ese mechón que cubría la mitad de su cara le encumbraron en la cima de las femme fatalle de la gran pantalla consiguiendo despertar siempre los instintos más bajos o los más nobles sentimientos de los hombres que le acompañaron en sus andanzas. Kim Basinger hace lo propio en L.A. Confidential imitando a la diva pero dotando a su personaje de personalidad,  actualizando el mito de la mujer fatal a las necesidades interpretativas de los 90 porque Kim Basinger no interpreta a Verónica Lake, interpreta a una de esas fulanas que se parecía a una estrella del cine.

En la película se dice "Esto es la ciudad de los Ángeles pero tú no tienes alas". A Kim Basinger bien pudieron regalarle unas.       

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