lunes, 27 de septiembre de 2010

Indispensable reconciliación

Por una de esas casualidades de la vida hace unos días redescubrí la grandeza de un personaje espectacular, no sólo por su obra sino también por su personalidad.

El canal temático TCM emitía (o más bien "redifusionaba" si me aceptan el término) el documental La Silla de Fernando (2006). Dirigido por Luis Alegre y David Trueba (cuya obra literaria me parece más interesante que la cinematográfica) este documental nos adentra en el universo de uno de los grandes autores no sólo del cine sino también de la cultura española. Para ello utiliza un divertido prólogo, una inmóvil cámara encuadrada en primer plano y unas imágenes que se intercalan y acompañan al entrañable diálogo entre el protagonista de este documental y su invisible entrevistador - el autor de esta obra - en la cual el gran Fernando Fernán Gómez resume con humor, ironía, nostalgia y ternura todo su acervo intelectual y vital.



Por desgracia no descubrí antes este coloquio vital, donde estaría entonces y que sería de mi vida, y por tanto no ha sido hasta hace unas semanas que pude gozar, sí he dicho bien, gozar con una conversación tan enriquecedora, que te reconcilia no sólo con el personaje, sino con la inteligencia, la sabiduría y la libertad del hombre.

La silla de Fernando no es más que la conversación de unos amigos, la de Fernando Fernán Gómez con todos nosotros que escuchamos, reímos, reflexionamos y nos emocionamos. No puedo decir más. Es pura vida. Por favor vean este documental, disfrútenlo y reconcíliense con Fernando y consigo mismo. Totalmente indispensable.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cuerpos de Cine (II). Imitación a la diva

Kim Basinger se convirtió en un icono erótico tras el estreno de 9 semanas y media. Sus curvas, su larga melena rubia y sus carnosos labios fueron objeto de deseo de los jóvenes, y no tan jóvenes, ochenteros. Una década después de su fulgurante ascenso al imaginativo popular, su carrera se tambaleaba tras una serie de fracasos en taquilla que nunca igualaron a la anterior cinta de Adrian Lyne o al primer Batman de Tim Burton. Agotada la explosividad de su juventud, Basinger se encontraba en plena etapa de madurez deambulando de un proyecto a otro sin rumbo, sin embargo, en 1997 le llegó la oportunidad de resarcirse y demostrar que era algo más que un cuerpo visionado hasta la saciedad en los Rewinds del VHS. 

Hasta ese momento la carrera de Curtis Hanson tampoco había generado nada especialmente atractivo dedicándose a thrillers de consumo rápido. No obstante, algo se guardaba cuando firmó el guión adaptado de  una novela de James Elrroy, y dirigió con maestría a un magnífico reparto que mezclaba valores emergentes, Rusell Crowe o Guy Pearce, con otros consagrados como Kevin Spacey o James Cromwell, entre otros.

L.A. Confidential nos sumerge en el siempre vilipendiado Departamento de polícia de Los Angeles. En los bajos fondos de la ciudad del lujo y del glamour nada es lo que parece, ni los violentos agentes con corazón frágil, ni los detectives con ambiciones sin límites, ni los policias estrellas de la televisión, ni los capitanes, corruptos, periodistas entrometidos, mentirosos, chantajistas, actores que ejercen la prostitución ni las prostitutas que se travisten de actrices. Todos tienen algo que esconder y algo por lo que morir.

Con todos estos ingredientes, Hanson nos devuelve en los albores del siglo XXI el aroma de los grandes clásicos del cine negro de los años 30 y 40. Recupera el sabor criminal, intrigas y suciedad en la urbe del espectáculo en Technicolor. Regresamos a una alegoría del blanco y negro en una película en color, y nos recuerda a todos aquellos personajes malditos (o más bien benditos) que tras su gabán y sombrero de ala ancha escondían un punto sórdido, de amargura, cinismo y crueldad pero con los que siempre nos identificamos porque siempre llevamos algo de ellos con nosotros.

De toda esta amalgama de personajes indecentes siempre surgía la dama en apuros, en este caso, una de esas fulanas que imita a las estrellas del celuloide para sastisfacer las fantasías sexuales de las más lasciva clientela angelina, papel reservado a Kim Basinger.


En su mejor caracterización para la gran pantalla la actriz sureña recrea, o más bien, se mimetiza con la diva Verónica Lake. Verónica Lake fue una gran estrella del cine de los años 30 y 40. Sus películas junto a Alan Ladd, su escualida silueta, su larga cabellera y sobre todo ese mechón que cubría la mitad de su cara le encumbraron en la cima de las femme fatalle de la gran pantalla consiguiendo despertar siempre los instintos más bajos o los más nobles sentimientos de los hombres que le acompañaron en sus andanzas. Kim Basinger hace lo propio en L.A. Confidential imitando a la diva pero dotando a su personaje de personalidad,  actualizando el mito de la mujer fatal a las necesidades interpretativas de los 90 porque Kim Basinger no interpreta a Verónica Lake, interpreta a una de esas fulanas que se parecía a una estrella del cine.

En la película se dice "Esto es la ciudad de los Ángeles pero tú no tienes alas". A Kim Basinger bien pudieron regalarle unas.       

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Cuerpos de Cine (I). El Cuerpo se va de fiesta

Lluís Bonet Mojica homenajeó ayer en la edición digital de la Vanguardia al Cuerpo del Cine. Cumplía 70 años Rachel Welch. Y en su artículo nos recordaba a un mito erótico de los 60 y 70 cuyo físico imponente lastró toda su carrera interpretativa no dejando al gran público descubrir si tras esas voluptuosas curvas existía una actriz de verdad.

No era la actriz mejor dotada de la escena y aunque en su mayoría de apariciones cinematográficas no pasó de ser un mero florero para deleite de la vista de toda una generación hemos de ser justos con ella y descubrirla en una pequeña joya de James Ivory: Fiesta Salvaje (1975) es seguramente su mejor interpretación.

El director californiano, ejemplo de la puesta en escena elegante, de las películas victorianas o mal llamadas "de época" en toda su exhuberancia, género fuera del cual siempre ha parecido sentirse huérfano y pérdido, nos regala en este filme una excepción a su monótona, aunque nunca desdeñable, filmografía.

Fiesta Salvaje nos muestra el tapiz de aquel Hollywood que se debatía entre el cine mudo y el sonoro, en la transición entre la mueca y la palabra y de todo lo que supuso ese paso para muchas de esas antiguas estrellas que no supieron o no pudieron dotar a su voz de la personalidad que requerían los nuevos tiempos y no pudieron evitar perderse en el olvido del gran público, y no, no nos dibuja un universo de glamour, nos enseña un Hollywood sucio, obsceno, negro, muy negro, sin concesiones para el espectador que apenas puede empatizar con su protagonista, un seboso cómico del cine mudo, otrora gran estrella, que busca su última gran oportunidad de volver a las primeras páginas, pero al cual tampoco salva de la quema, dejándole ser devorado por los caníbales, los propios y los ajenos.

En medio de todo este fango, brilla la figura y el personaje de Rachel Welch, siempre acompañada por su incontinente silueta y su sensualidad, interpreta a la amante del perdedor, al que se niega a abandonar a pesar de que no la merece, de su autodestructiva y despreciable existencia y al que se mantiene leal hasta sus últimas trágicas consecuencias.

La película comienza...y el Cuerpo tiene ganas de fiesta...