jueves, 1 de marzo de 2012

Ayer, hoy y siempre

Medianoche en París. El tatuaje de un dragón se asoma en la nuca de Hugo. Se dispone a entrar en la sesión golfa de un vestusto cine de aquéllos que se construyeron en los felices años 20, que nacieron de la ilusión pérdida tras la Gran Guerra, aquéllos cuyas proyecciones eran capaces, sin pronunciar una sola palabra, de reunir al vulgo y a los artistas más bohemios de la época. 

Hugo sueña con esos tiempos. Sueña con esos artistas surrealistas que deambulaban y bebían hasta el amanecer, que creaban arte de la industria, que mezclaban en su imaginacion elefantes y relojes, cubos con caballos de guerra. Sonríe y vuelve la mirada hacia su padre.

El chico agradece el sacrificio. Por acompañarle, ha abandonado en la habitación del hotel su ordenador lleno de estadísticas de jugadores y ese móvil que siempre suena a una nueva oferta. Su relación nunca fue ejemplar. Sin embargo, tras la muerte de su madre, su padre tiene el afán de estrechar sus lazos, queriendo alcanzar esa unión tan fuerte, tan cercana, que cree le unia a su madre. Sonríe de nuevo porque sabe que su verdadera madre, la que realmente le dio el cariño que necesitaba en los momentos más amargos de su infancia, no fue ella, sino su antigua niñera, aquélla a la que despidieron sin motivo aparente. Todavía se cuestiona el motivo que nunca se atrevió a preguntar. Sonríe amargamente al recordarla.

Entonces, su vista se alza hacia la fachada del palacio de proyecciones. Allí resplandece una figura. Es uno de esos carteles donde brilla con luz propia una de esas estrellas arrogantes del Hollywood dorado que como toda divinidad del celuloide parece ajena a una decadencia, la suya, que andaba cerca. Tempus fugit decían los clásicos. Antes y ahora. Su época se desvaneció. La de Hugo también lo hace. Sonríe otra vez. Esta vez, una lágrima se une. Nostalgia de una época pasada. Nostalgia de una época presente.


*Este relato se basa libremente en los títulos y los argumentos de algunas de las películas nominadas a los premios Óscar de la Academia del año 2011.