lunes, 25 de febrero de 2013

La Academia se queda con Argo

Pues como ya predije en la previa de los Oscar no llovió a gusto de todos. En una entrega muy repartida en la cual Argo ha sido la triunfadora final al llevarse el premio a la mejor película, las quejas deberían haber sido menos que años anteriores. Sin embargo, desde el mismo momento que se fueron abriendo los sobres, los reproches no se han hecho esperar.
 
Por mi parte ni me ha decepcionado ni me ha entusiasmado. Lo cual es malo porque en otras ediciones tenía una favorita clara que había conseguido mi total adhesión. Pero también es bueno porque en esta ocasión he podido ver los toros desde la barrera y practicar un análisis más reflexivo que de costumbre.
 
No creo que la mejor película sea Argo. Efectivamente es un dechado de virtudes narrativas, de dirección y de montaje y su reparto cumple con creces (con las limitaciones de su director protagonista). Sin embargo comprendo, cómo explica Jordi Costa en su crónica de El País, a aquéllos que protestan porque la Academia ha optado por premiar a la película más complaciente con el sistema establecido, la que subraya las virtudes de la CIA y el buenismo de la administración estadounidense ante sus contribuyentes.

En este sentido, yo también criticaba el tufillo de americanismo excesivo de su final y también prefiero otras historias que, como las de Zero Dark Thirty o Lincoln, me enseñan los claroscuros de unas más que posibles causas “justas”. Y efectivamente Django Unchainned, aunque tampoco me parece perfecta, jugaba a otro juego, al del entretenimiento gamberro, a hacernos disfrutar ante la pantalla porque todo lo que veíamos nos recordaba a alguno de los mejores momentos que hemos pasado en esto del Cine. Cualquiera de ellas también pudo haber ganado pero no me parece que el premio a Argo sea una aberración. Simplemente, prefería otros.
 
En cuanto a otros premios, mi principal queja, aunque tampoco me voy a tirar de los pelos, es lo que considero yo un inmerecido Oscar a Jennifer Lawrence, quizás por ir contra el mainstream creado que yo tengo el síndrome del salmón muy acentuado, pero tengo la sensación que el tiempo pondrá su interpretación en su sitio y la gente se preguntará porqué diantres se lo dieron a ella por hacer de tipa un tanto excéntrica y desequilibrada. Yo ya me lo pregunto teniendo en la terna finalista a Emmanuelle Riva y a Jessica Chastain.


 
Otros dirán que al pobre Spielberg es continuamente maltratado en la Academia. No les falta algo de razón. Si por algo me parece premiable Lincoln al margen del señor Daniel Day Lewis, es por la dirección de Spielberg. Creo, y no me equivoco, que uno de los defectos que destaqué sobre la película del presidente, la perfecta interpretación de su protagonista destacaba sobre manera y perjudicaba en cierto punto al conjunto de la película, puede haberle pasado factura al Sr. Spielberg. En cualquier caso, la dirección de Lee, la premiada, es muy meritoria y merece el reconocimiento aunque la película en su conjunto me decepcionara un tanto.
 
En cuanto a los premios a Django Unchainned parecen más para calmar a su legión de seguidores y llenar la cuota tarantiniana que el resultado de la fe por este autor por parte de la Academia. Ambos premios, guión original (aunque insisto en catalogarlo de inspirado) y el de Christoph Waltz me parecen merecidos. Quizás el de este último más discutible ante el nivel que había en su categoría. Lo que no entiendo son las críticas hacia este actor aduciendo que hace el mismo papel de Coronel Landa, aquél por el cual se dio a conocer mundialmente y que le reportó el primer Oscar. Que un actor de cierta nacionalidad interprete dos personajes de ese mismo origen no es hacer el mismo papel. Es como si se dijera que cada vez que Bardem hace de español hace el mismo papel de español. Evidentemente, repite algún tick pero ¿quién no lo hace? ¿Os recuerdo los ticks de Nicholson o De Niro? Es parte de su encanto pero es que además el doctor Schultz es un personaje que respira una humanidad cuyos matices interpretativos nos va descubriendo conforme avanza el metraje. No lo puede evitar.

Finalmente, nadie puede negar la calidez y el sufrimiento transmitido por Anne Hathaway en Les Misérables, emocionante su principal escena, por la cual ha ganado éste, su Oscar. Como tampoco puedo protestar ante la brillante, perfecta interpretación de Daniel Day-Lewis que ha llenado nuestro imaginario sobre la figura de Lincoln con su voz y sus gestos. Mi pasión por la inspiración de Joaquín Phoenix no puede cegar mi juicio para reconocer al elegido. 

Hasta aquí mi nada subversiva opinión. O sí. Os dejo discutiendo hasta el año que viene por la injusticia a la pequeña Bestias del Sur Salvaje, o el alivio por la omisión de Lincoln o Les Misérables en los premios gordos, o los enfrentamientos por los excesivos cuatro premios a La vida de PI o la falta de premios para Zero Dark Thirty o Amour y la reivindicación del cine europeo. Yo me bajo de este tren hasta febrero de 2014.

Sólo un recuerdo al cada vez más olvidado maestro John Williams. Su música siempre reconocible se merece más premios de los que se ha postulado a lo largo de su carrera. Puede que no se lo mereciera tampoco esta vez pero Mister fanfarrias como cariñosamente le llamé desde los tiempos de la Guerra de las Galaxias o Superman se va de nuevo con las manos vacías y van 36. Os dejo con su música hasta el año que viene.


 

sábado, 23 de febrero de 2013

Quiniela de la 85ª edición de los Oscar

Siempre es divertido jugar a pitoniso. Los aficionados al fútbol pueden estar medio año discutiendo quien merece el premio al mejor jugador del año en curso ¿Por qué no nosotros, los del Cine? De hecho, desde que termina el verano, comienzan los denominados estrenos candidatos a arrasar en los Óscar y todo hijo de vecino empieza con sus cabalas sobre cuál será la ganadora de la próxima edición de los premios de la Academia. Pues bien, ese momento que estábamos esperando ha llegado ya. Mañana es el día, o la noche, de la entrega de los premios Óscar de la Academia. Aquí estamos todos, sí todos, para dar nuestra opinión de nuestros favoritismos y apostar por nuestras películas favoritas o por las que creemos que la, siempre cruel, dictatorial, conservadora y "americana" Academia de Hollywood votará este año.

Aunque no soy Jenaro el de los 14 y nunca suelo acertar la quiniela de los Óscar, porque he de reconocer que siempre apuesto a caballo perdedor y porque me gusta ir a contracorriente la verdad, como aficionado a estos premios y al Cine en general siempre me gusta jugar a hacer mis pronósticos que, como he comentado, casi siempre se alejan de la cruda realidad, eso sí, disfrutando siempre de estos momentos previos de discusión pero sobre todo de compartir, al menos, una pasión tan bonita como es el Cine.
 
Este año desgraciadamente se ha quedado fuera de las nominaciones la película que más me ha turbado, The Master. Si hubiera llegado a la carrera final sería mi apuesta perdedora de este año. Por otro lado, creo que todas las películas nominadas este año merecen el Oscar porque creo que todas ellas conforman una buena cosecha de cine. Al menos las que he podido ver. Sin embargo, y si se mira de otra manera, tampoco me parece que ninguna de las nominadas supere al resto de una manera indiscutible así que gane quien gane podré vivir la próxima noche del domingo al lunes como una fiesta divertida sin que el resultado final me haga vomitar o jurar en arameo ante la injusticia que se ha cometido. De hecho, y aunque me he llevado grandes decepciones, creo que es la manera adecuada de verlo. Mi película siempre será mi película, con o sin el premio. Y esto solo es un juego al que a todos nos gusta jugar.

Antes de comenzar debo advertir que no he podido ver Amour ni Beasts of the Southern Hill (Bestias del Sur Salvaje), debo ser el único pringado que no piratea o que no va gratis a ver las películas por no ser del gremio periodístico y parezco ahora Candela Peña pidiendo "algo" en la última edición de los Goya. Aun así, aquí está mi quiniela de lo que me gustaría (sin tener todos los elementos de juicio, eso es cierto) y, por supuesto, de lo que creo que va a pasar en los principales premios Óscar:



- Mejor película: Creo que por los antecedentes a la Gala Argo será la gran triunfadora de la noche y logrará lo que no se conseguía desde Paseando a Miss Daisy, ganar el premio a mejor película sin que su director esté ni siquiera nominado. Mi apuesta es Django unchainned (Django desencadenado) porque es la película que más me ha entretenido, una joya del gran cine de entretenimiento, la obra de un autor que echaremos de menos cuando no esté: Quentin Tarantino que se inventó a sí mismo a través del Cine y creó a su vez un género con vida propia bebiendo e inspirándose en otros géneros, es decir, Cine. Si no fuera ésta, la siguiente en mi lista sería Zero Dark Thirty (La noche más oscura). Evidentemente ninguna de las dos va a ganar.

- Mejor director: Steven Spielberg debería llevarse el Oscar a mejor director ante la ausencia de los Katrhyn Bigelow, Quentin Tarantino y Ben Afflec, aunque el director de  Jaws (Tiburón) siempre debería tener un ojo mirando a Ang Lee. La realidad es que el trabajo de Spielberg es increible y no me parecería injusto al no competir con ninguno de los ausentes mencionados.

- Mejor actor: Parece que Daniel Day-Lewis conseguirá ser el único actor de la historia que logre 3 Oscar a la mejor interpretación principal. Su papel de Lincoln en la película homónima es, nunca mejor dicho, de Óscar. Perfecta. Sin embargo, es Joaquín Phoenix en The Master quien, con su creación de un perturbado ser humano, más me conmueve o me asquea, según se mire.

- Mejor actriz: Jessica Chastain tiene todas las papeletas para completar 2 años llenos de grandes interpretaciones que le han llevado al estrellato de manera meteórica. Presente en la gala del año pasado al ser nominada por su papel de inocente y vital mujer del Sur en The help (Criadas y señoras) repite este año por una dura y fría agente de la CIA obsesionada con Bin Laden. La sobriedad de su interpretación puede jugar en su contra ante otras más sentimentales o excéntricas. Mis filias también se decantarían por ella, o por Emmanuelle Riva que aunque no he podido ver todavía la película de Haneke, sólo por su filmografía y por lo que representa para el Cine,...sería un bonito premio.

- Mejor actor secundario: Categoría muy abierta en la que todos los nominados ya tienen un Oscar en su casa y, además, todos están fantásticos en sus diferentes papeles. Creo que la Academia se decantará por una leyenda de su cine como es Robert De Niro que ha vuelto a un gran nivel tras años de travesía en el desierto. Mi voto sería en este caso para la voz y el gesto de Phillip Seymour Hoffman, también por The Master, soberbio en el papel del inquietante y titiritero creador de una secta en los años 50.

- Mejor actriz secundaria: Anne Hathaway es la gran favorita. Su impecable imagen de joven estrella hollywoodiense le debería reportar los votos suficientes para alcanzar el premio. Además, sospecho que será el único premio de los llamados artísticos que se llevará Les Misérables. En cualquier caso, su interpretación de Fantine es digna del premio. Mi favorita en esta categoría es Helen Hunt, actriz impresionante que merece todos los premios.

- Mejor Guión: Si se cumplen las previsiones y Argo se lleva el Óscar a mejor película, Chris Terrio debería llevarse el suyo en la categoría de adaptado aunque la laboriosidad de adaptar una obra como Life of PI o los entresijos de la votación de la 13ª enmienda de la Constitución americana en Lincoln bien podrían merecer ese premio. Quentin Tarantino debería hacerlo en la de guión original por Django Unchainned, aunque como yo siempre digo los guiones de Tarantino deberían ser premiados en una categoría propia: la de mejor guión inspirado, en todos los sentidos.

Hasta aquí mis pronósticos y preferencias. Hagan ahora sus apuestas disfrutando, enfadarse también es disfrutarlos, de los aciertos, los errores, los vuestros y los de la Academia. Que como digo yo siempre: Nunca llueve a gusto de todos. Y menos en Hollywood.
 

martes, 19 de febrero de 2013

Lee Marvin: Duro de matar

Antes de los Jason Statham, Jean Claude Van Damme, Steven Seagal, Arnold Swarzeneger o Sylvester Stallone existió una raza de tipos duros que no necesitaron un físico imponente para amedrentar a sus enemigos. Simplemente, una figura, una mirada, una mueca y un revólver eran suficientes para acabar con todos ellos. Si se pensara en uno de esos actores que formaron parte de esa estirpe de tíos duros, evidentemente uno de los nombres que me vendrían a la cabeza sería el de Lee Marvin. 
 
Desde el comienzo de su carrera, Marvin alternó papeles secundarios y villanos inolvidables, robando escenas a las grandes estrellas del momento y convirtiendo su nombre, ya sólo por esa razón, en un imprescindible de la historia del Cine. Desde The big Heat (Los sobornados) de Fritz Lang, Wild one (El salvaje) de Lazslo Benedect, Bad day at Black rock (Conspiración de Silencio) de John Sturges, Raintree Country (El árbol de la vida) de Edward Dmytryck, The comancheros (Los comancheros) de Michael Curtiz, hasta la obra maestra de John Ford The man who shot Liberty Valance (El hombre que mató a Liberty Valance), su figura fue asociándose a la de un hombre de acción, tanto en westerns como en películas bélicas, hasta alcanzar el estrellato en los años 60 en los géneros anteriores como en la nueva vía del cine negro.
 
Así, aunque los premios y reconocimientos le llegaron por películas muy alejadas del citado cine de acción como Cat Ballou (La ingenua explosiva) de Elliot Silverstein o Ship of fools (El barco de los locos) de Stanley Kramer, aquí quiero recordar al tipo duro al que encargaría una misión imposible o a aquél a quien confiaría mi vida, con cuatro de sus películas más icónicas:
 
The killers (Código del hampa) de Don Siegel. 1964. Como la mayoría del cine de Siegel, película altamente recomendable y reivindicable con el transcurrir de los años. Lee Marvin y su compañero sicario, Clu Gulager, matan en la primera escena a John Cassavettes quien ni siquiera intenta huir. A partir de ahí, indagarán en el porqué de esta circunstancia reconstruyendo la historia de aquél a través de flashbacks. Nueva versión del clásico de Siodmack, The Killers (Forajidos), se acerca a la misma historia desde otro punto de vista, el de los asesinos y nos descubre una femme fatale impresionante, Angie Dickinson, en el último film del entonces futuro presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan. Estética y narrativamente influyente en todo el posterior cine de acción, incluido, y mucho, el de Quentin Tarantino.
 
 
 
The professionals (Los profesionales) de Richard Brooks. 1966. Guionista y director impresionante aporta su gran grano de arena al género genuino americano con este western de desengañados y desencantados. Otra impresionante mujer, esta vez una carnal Claudia Cardinalle es secuestrada por Raza, Jack Palance, un revolucionario mexicano para pedir un rescate al marido de ésta, Ralph Bellamy. Éste contrata a cuatro mercenarios para que la liberen, Henry "Rico" Fardan, Lee Marvin, y el dinamitero Bill Dolworth, Burt Lancaster, antiguos combatientes en la revolución mexicana de Villa, y los magníficos secundarios, Woody Strode y Robert Ryan. Revolución, ideología y honor. Amistad y amor. Un reparto, unos diálogos y una música inolvidable conforman uno de los mejores westerns jamás realizados y antecesor en muchos conceptos de la posterior Wild Bunch (Grupo Salvaje), de Sam Peckinpah.
 
 
 
Point Black (A quemarropa) de John Boorman. 1967. Vuelve John Boorman a este blog con un película totalmente distinta, al menos en cuanto a estética, a las ya analizadas de su filmografía. Point Black representa una vuelta de tuerca violenta a las esencias del cine negro cercana a la ya comentada The killers. Tras dar un golpe, Lee Marvin es traicionado por su mejor amigo y su esposa, John Vernon y de nuevo Angie Dickinson. Abandonado al creerle muerto, Marvin dedicará el resto de su existencia a dar caza a los amantes. La venganza como obsesión marca la tensa manera en la cual Boorman dirige cada plano, destacando los interminables planos secuencia y los redundantes planos de la figura protagonista. Una manera de narrar que nos sitúa en la piel, fría, del asesino. Quizás, la culminación de Lee Marvin como icono de tipo duro del Cine de cuya fuente beben otros posteriores, como Mel Gibson o, de nuevo, Tarantino ¿o acaso no os suena todo esto a Kill Bill?
 
 
 
The dirty dozen (Los doce del patíbulo) de Robert Aldrich. 1967. Aldrich, otro director a reivindicar, quiso contar con nuestro protagonista debido a su experiencia en primera línea de fuego en la Segunda Guerra Mundial y darle así mayor credibilidad a la historia. Marvin encarna a un indisciplinado oficial que tiene que cumplir una misión suicida. Para ello contará con una pléyade de soldados condenados por consejos de guerra. Película con dos partes bien diferenciadas: la primera, el reclutamiento, instrucción y preparación de la misión sirve para que el espectador se acerque y se identifique con los protagonistas mostrando algunas de las secuelas dejadas por la Guerra. La segunda, la propia misión, nos enseñará el nervio del director para narrar con maestría escenas de acción y de suspense. Enmarcada en el subgénero de misiones imposibles como Los cañones de Navarone o El desafío de las águilas, tan de moda en los años 60, The Dirty Dozen fue una película detestada por Marvin ya que él siempre prefirió sus películas claramente antibelicistas como Hell in the Pacific (Infierno en el Pacífico), de nuevo con Boorman como director, o The big red one (Uno rojo: división de choque) de Samuel Fuller.
 
 
 
Tras estas películas, la carrera de Marvin no volvió a cotas tan altas, pasando incluso por rodar un inusual musical como Paint yor Wagon de Joshua Logan y cerrando desgraciadamente su carrera con el inefable Chuck Norris en Delta Force. A pesar de ello, Lee Marvin sigue formando parte de la conciencia colectiva como icono del tipo duro y es toda una influencia directa en el cine de acción posterior. Sus herederos todavía hoy le intentan imitar.
 

martes, 12 de febrero de 2013

Deliverance: El hombre y la tierra

John Boorman ya visitó este blog cuando me acerqué a analizar todas las adaptaciones al cine de la Leyenda del Rey Arturo http://cinemavintage.blogspot.com.es/2011/02/la-leyenda-del-rey-arturo.html
En dicho artículo pudisteis comprobar que Excalibur, del citado director, era quizás la película que se había acercado más y mejor al mito. Para ello, Boorman se había ayudado del medio, del paisaje, de la manera como el hombre se acerca e interrelaciona con la naturaleza, uniéndolos de forma mística, como si ambos debieren compartir un único Destino. La querencia del director inglés por ese tipo de historias y la manera de aproximarse a través de la naturaleza no ha sido algo aislado en su carrera. Ya lo hizo con no tan buenos resultados, en otra de sus películas más representativas como fue La selva esmeralda, o la que hoy analizo aquí: Deliverance.


Titulada en España como Defensa, Deliverance narra la historia de cuatro amigos que se disponen a liberarse del mundanal ruido con una excursión en canoa a través de un río que está a punto de ser sesgado por una presa. Todo transcurre según lo previsto hasta que ocurre un hecho inesperado y traumático que les marcará en ese descenso y para siempre.

En la primera parte, nos presenta a los cuatro amigos, su relación entre ellos y su fluir por el río a través de un acercamiento de la acción muy naturalista. En esas primeras escenas podemos observar como el medio ya es hostil al intruso lo cual se verá confirmado en la 2ª parte del film. Las escenas y comportamientos nos recuerdan en cierta manera al mismo tramo narrativo de la posterior The deer hunter de Michael Cimino. De hecho, existe cierto paralelismo entre ambas historias, si lo pensáis bien.

Esta relación del hombre civilizado con el medio salvaje tiene su máximo exponente en el encuentro traumático que dará un giro total a la historia. A partir de dicho encuentro, y sus reacciones al mismo, quedará marcado el destino de sus protagonistas y se producirá un gradual cambio de rol de los dos mejores amigos de esta historia. Ed, más tímido, y Lewis, más experimentado en este tipo de situaciones extremas, unos Jon Voight y Burt Reynolds en plenitud de condiciones físicas e interpretativas, verán como las circunstancias les obligarán a cambiar sus papeles.

La película, como lo mejor de la obra de John Boorman, toca todos esos lugares comunes que le caracterizan. Así, nos enseña la relación del hombre en la naturaleza y viceversa, y para ello utiliza la cámara para colocar al espectador en la posición de voyeur, de intruso en la trama, o como si fuera parte del propio medio, que vigila y observa los movimientos de los protagonistas. Asimismo, tanto en ésta como en las mencionadas Excalibur y La selva esmeralda, el autor nos muestra como la mano del hombre intenta trasnformar la naturaleza a su voluntad y ésta se defiende de una u otra manera de esas agresiones. Sin embargo, también nos enseña como las acciones de todos ellos traerán consecuencias que no se hubieran podido imaginar antes de comenzar esta aventura.

Como en The deer hunter, los cuatro protagonistas, los cuatro amigos, su vida y la relación entre ellos no volverá a ser la misma. Mientras que en aquélla, es la vileza del Ser Humano a través de una guerra la que transforma a los antiguos amigos hasta perderse o convertirles en desconocidos, en ésta, es la naturaleza y su lado más salvaje, la que permanece y triunfa sobre el desafiador hombre civilizado.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Django Unchainned

Quentin Tarantino comenta que sus películas son como sus hijos y que pone todo su cariño en ellas. Desde el primer minuto de metraje hasta la última promoción. Django Unchainned es la última criatura del director de Tenessee y por supuesto se deja en ella todo su Ser. 

Siempre se ha dicho que la ética y la estética de las películas de Tarantino responden en cierta medida a los spagueti western. Él nunca ha escondido esa influencia ni que en algún día acabaría haciendo su propia aportación a este subgénero.

Pues ese día ha llegado. Partiendo de un nombre mítico en el género, Django, interpretado en su día por Franco Nero, Tarantino homenajea a los Leone, Corbucci, etc., con una puesta al día del western, más moderno, más kitch, más pastiche de géneros, más Tarantino en definitiva.


El encuentro de los dos Djangos
Django, Jamie Foxx, un esclavo al que acaban de separar de su mujer también esclava, es "comprado" por un  cazarrecompensas alemán, Christoph Waltz, con el objeto de localizar a tres indeseables buscados por la justicia. El cazarrecompensas y el esclavo llegan a un pacto. Django ayudará a aquél en el cumplimiento de sus misiones y el cazarrecompensas a éste en el rescate de su mujer. Para ello deberán enfrentarse a 2 estupendos villanos: un tirano sureño interpretado por el gran y ninguneado Leonardo Di Caprio y un negro servil y sombrío con los rasgos envejecidos del mejor Samuel L. Jackson.
 
Quentin Tarantino nos presenta de esta manera su spagueti western. Nunca mejor dicho lo de "su" porque es evidente que por mucho que el Sr. Tarantino quiera ser fiel a un subgénero y a todas sus leyes, no hay más ley que la suya y Django Unchainned es más Tarantino que cualquier otra cosa.

Lo es para bien, y para no tan bien. La gran maestría para colocar la cámara, la habilidad para el montaje de las escenas, la estética de la violencia, los diálogos inspiradísimos, el don para encajar la música. Todo ello convierte Django Unchainned en un gran entretenimiento cinéfilo que se ve en ciertos momentos descompensado por la absoluta recreación en algunas escenas, en cualquier caso muy habitual en él. Eso sí, cuando el Sr. Tarantino se recrea en su barroquismo de manera acertada es capaz de alcanzar momentos sublimes como el de la escena previa a la gran explosión de violencia.

¿Y por qué es "su" spagueti western? Porque Tarantino ha conseguido que la gente reconozca cualquier película suya. Se ha convertido en un autor. Cualquier género que toca lo adapta a su personalidad y lo convierte a su propio sello. Y los que se parecen son imitaciones. Y a su vez consigue que nos recuerden a muchos otros. Porque mientras otros se inspiran en la vida, Tarantino se rinde al Cine. Porque como en todas sus películas se inspira en otras películas, incluso en otros géneros, hasta los carteles se inspiran en otros carteles, transformando todas sus películas en un cóctel que hace las delicias del espectador más friki. Tan friki como su autor. Consideradme friki.

viernes, 1 de febrero de 2013

Lincoln

Steven Spielberg en busca de su tercer Óscar. Así podría titularse la próxima noche de los premios de la Academia. El director de E.T. vuelve a optar al galardón a mejor director, como ya ha hecho en 6 ocasiones anteriores.
También como en alguna ocasión anterior iniciará la gala como el gran favorito ya que su película cuenta con el mayor número de nominaciones. 12 en total. Sin embargo, y salvo el triunfo de La lista de Schindler, sus películas siempre salieron derrotadas en otras tantas ocasiones con mayor o menor justicia.

Este año nos presenta uno de esos temas que tanto le gustan: la comunidad negra y su lucha por la libertad en Estados Unidos. Si anteriormente nos presentó con acierto desigual El color púrpura y Amistad, ahora nos enseña un momento clave de la historia de Estados Unidos. Lincoln lleva el nombre de uno de los presidentes más influyentes y trascendentales de la corta historia de ese país, pero no es un biopic al uso. Aunque narra un tramo de la vida de su protagonista ésta se centra en un momento crucial en la historia del país: El final de la Guerra de Secesión y la aprobación de la 13ª enmienda que abolía, al menos de manera formal, la esclavitud en cualquier territorio de los Estados Unidos.

A la Academia siempre le ha gustado premiar los biopics o el cine histórico. Lo ha hecho con películas dignas y no tan dignas. Y si además trata sobre un presidente tan querido como Abraham Lincoln y su lucha por el mantenimiento de la Unión y la abolición de la esclavitud puede hacer salir la vena patriótica hasta al menos patriota de los académicos. Por si fuera poco cuenta con un elenco de actores amplio, consagrado y espléndido en cada uno de su elementos. Tanto los ya premiados Tommy Lee Jones y Sally Field, como David Strathairn, Jarred Harris, Joseph Gordon-Lewitt, Hal Holbrook, John Hawkes y un largo etcétera. Reparto de lujo que culmina en la impresionante figura de Daniel Day Lewis que se funde con el personaje de Lincoln. No conozco cómo era, cómo hablaba, interpelaba, gestualizaba Abraham Lincoln, pero si me lo imaginara de alguna manera, ésa sería la de Day-Lewis.
 
Y finalmente la dirección de Steven Spielberg. Si hay algo que me da mucha rabia del anteriormente conocido como rey Midas de Hollywood es la facilidad que tiene de estar a punto de tirar todo por la borda cuando le sale la vena plañidera. Le sucede incluso en algunas de sus mejores obras. Eso no ocurre con Lincoln. Todo lo contrario. Incluso parece quedarse corto en el subrayado de emociones ante la trascendencia de la empresa que nos narra. Sin embargo, el propio director ha debido pensar que esta vez no es necesario tanto sentimiento enmarcado porque la simple Historia que explica su película es suficiente para llegar al espectador. Eso es lo que a mí me ocurre. No me hace falta nada más para que una historia tan llena de ídem y con tanto significado en el devenir de nuestra sociedad llegue a emocionarme.

Al director de Munich le basta con transportar esa época y ese momento histórico y acercar la figura de Lincoln al espectador. Para bien y para mal. En algunas secuencias presenta de forma naturalista momentos transitorios con el objeto de que el espectador entienda y conozca a todos los actores de la trama. He aquí el debe de la película. Aunque lo intenta, a menudo no llega a conectar en la hora inicial. La figura de Lincoln absorve en demasía el relato y al resto de personajes. En cambio, la plasticidad con la que cincela su figura hierática y cuasimonumental, esa manera de encuadrar, con evidentes claroscuros, como si estuviéramos viendo verdaderos cuadros históricos en movimiento me admiran. Por cierto, manera de hacer que recuerda a su venerado Kubrick en, por ejemplo, Barry Lyndon.

Así, incluso en los momentos que ando perdido ante tanto personaje desconocido para mí, con tanta ida y venida y entresijo político, el interés por entender el cómo y el porqué me hace seguir hacia delante hasta llegar a los momentos cumbre. Aquéllos cuyo simbolismo me atrapan definitivamente.

En estos momentos de miseria política es bueno que la gente vea esta película y descubra que entre la inmundicia todavía puede haber esperanza. Eso representaba Lincoln. También desearía que la clase política de este país se dé una vuelta por el cine para verla. Eso sí, con la esperanza de que sólo se queden con el fin que persiguen Lincoln y el partido republicano (cómo ha cambiado el cuento), y no con los medios que se utilizan para conseguirlo. Algunos, capaces.